lunes, 1 de julio de 2013

Comunicación con los hijos

Aquí tienes 5 maneras de éxito asegurado para comunicarte con tu hijo sin tener que recurrir a la frase:
“LO HACES PORQUE YO LO DIGO”
 
 
1. No respondas a las protestas.
Con independencia del asunto de que se trate –tú quieres que tu hijo haga una cosa y él prefiere dedicarse a otra distinta-, está preparado para una resistencia inicial de su parte en forma de protesta. . La protesta es una cortina de humo que los niños crean para distraerte de tu tarea de poner límites. Puede presentarse de diversas maneras, por ejemplo, en forma de ruido: “¡Aaay, noooo!”; de reproche: “Eres mala”; de excusa: “Estoy cansado”; o de queja: “¿Por qué Juan no recoge nunca los juguetes?”. Lo mejor que puedes hacer es ignorar las protestas, no importa del tipo que sean.
 
2. Repite órdenes y expectativas.
Está siempre dispuesto a repetir una orden. Por ejemplo: “Es el momento de que recojas los juguetes”.
Protesta..., queja..., lamento. “Tienes que recoger, ahora”. No debe importarte parecer un disco rayado. Con frecuencia, eso es lo que tu hijo necesita de momento para comprender que esperas que él recoja en ese momento.
 
 
3. Ofrece contrapartidas.
He aquí un concepto que hará que tu función de padre te resulte más agradable. En lugar de amenazar a tu hijo, ofrécele incentivos positivos: “Cuando hayas ordenado tu habitación iremos de paseo”, “cuando tengas hechos los deberes podrás salir a jugar”.
4. Usa las palabras mágicas “de todos modos”.
Después de haber escuchado la respuesta de tu hijo y haber considerado su punto de vista y demandas, determina qué es lo mejor para ambos y establece el límite utilizando las palabras mágicas “de todos modos”:  “Ya sé que te apetece ir al parque; de todos modos, tendrás que arreglar primero tu habitación.”.
No sé con exactitud qué hace que esas palabras resulten tan poderosas y eficaces, pero muchísimos padres han obtenido buenos resultados.
5. Piensa anticipadamente: haz planes con tu hijo para alcanzar una solución satisfactoria para ambos.
Si tienes un problema con tu hijo, haz que participe también en su resolución.
Asume que tu hijo desea comportarse de modo que puedas estar orgulloso.
Aprovecha un rato en el que ambos estén calmados y siéntate a hablar con él. Pregúntale, por ejemplo: “Raúl, ¿cómo conseguiríamos que la hora de las tareas caseras fuera agradable para los dos?”. Agradece las ideas que pueda aportar e intenta ponerlas en práctica siempre que exista la más mínima posibilidad. Cuando un niño toma parte activa en la solución de un problema, la asume y la aplica con mayor facilidad.

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